Cuarenta días después de la Resurrección, Cristo asciende por su propio poder junto al Padre en presencia de sus discípulos. Tanto los evangelios de Marcos y Lucas como los Hechos de los Apóstoles hablan de este llamativo suceso.
Es en este último libro donde se presupone que el Monte de los Olivos es el escenario en que tiene lugar.
Esta festividad parece tener un origen muy antiguo. Ya San Agustín de Hipona la menciona como una fiesta de carácter universal desde antes de su tiempo. Otros autores como Juan Crisóstomo, San Gregorio de Nisa o la peregrina Egeria hablan de ella en sus escritos.
En el mundo del arte se han reconocido representaciones de esta temática en frescos y dípticos ya desde el siglo V. Desde el punto de vista iconográfico las representaciones suelen plasmar claramente la dualidad de la escena entre lo terrenal y lo celestial. Podemos ver ejemplos de la Ascensión el arte bizantino, medieval y de cualquier época artística.
Este día, en la Parroquia de Ntra. Sra. de La Concepción tiene lugar una celebración de gran belleza. Tras la exposición y veneración del Santísimo Sacramento en el Manifestador se procede a realizar una procesión claustral que cabría esperar igual a cualquier domingo tercero con la salvedad de que de los techos van lloviendo pétalos de rosa al paso de Cristo Resucitado, bañando el templo de un suave perfume que busca simular la dulzura y grandiosidad del hecho que en dicha fiesta tuvo lugar.
Esta celebración copia la realizada en la Catedral de las Palmas de Gran Canaria, que está documentada anteriormente a 1649.