Domingo 8 de octubre – XXVII del Tiempo Ordinario

Oct 7, 2023

1ª Lectura: Is 5, 1-7
Salmo 79,9.12.13-14.15-16.19-20
2ª Lectura: Flp 4, 6-9
Evangelio: Mt 21, 33-43

 

Comenzamos un nuevo curso pastoral, y lo hacemos inaugurando además esta sección que nos acerca a profundizar más en la Palabra de Dios que la Iglesia nos regala cada domingo. La providencia ha querido que, en esta primera reflexión, podamos adentrarnos en el texto de la viña y los arrendadores homicidas. Este fragmento del evangelio se enmarca dentro de las polémicas de Jesús contra los dirigentes de los judíos antes de ser condenado a muerte. La parábola de la viña tiene por objeto mostrar a los judíos el inmenso regalo que Dios les ha hecho constituyéndolos su pueblo, la viña que su diestra plantó, que hizo vigorosa, que rescató de la esclavitud en el desierto. Pero todos aquellos dones quedaron en nada cuando la misericordia de Dios, que se había derramado en ellos a manos llenas, fue administrada de forma injusta; los dones que de Dios habían recibido (la ley, la tierra, el templo) se habían convertido en moneda de cambio para conseguir lucro personal y para construir una religión a la medida de los poderosos. La respuesta del Señor es tajante: retirar a aquellos viñadores todo lo que tenían y entregar la viña a labradores justos. Pero, ¿en cuántas ocasiones no hemos sido nosotros viñadores injustos? ¿Cuántas veces hemos desaprovechado los dones que el Señor nos ha dado o los hemos reservado para nosotros sin ponerlos a fructificar? Al comienzo de este nuevo curso pastoral, todos nosotros, atentos a la voz del Maestro, no podemos menos que presentarnos como humildes trabajadores de la viña del Señor. No construiremos el Reino si, como aquellos viñadores homicidas, nos dedicamos a apalear a todos los que vengan buscando frutos en nosotros. En cada uno de los que se acercan a nosotros, de una u otra forma, se encuentra el Hijo del propietario, y espera de nosotros que fructifiquemos según los dones que nos ha dado. Con la primera lectura del profeta Isaías, no olvidemos cantar un canto de amor a su viña, aquella que el Señor nos ha dado y que nos toca cuidar. ¿Cuál es tu viña? ¿Qué porción de tierra te ha dado el Señor para que la trabajes en su nombre? Tu trabajo, tu hogar, tus amistades, tu parroquia, tu grupo de vida y fe… ahí está tu viña. ¡Trabájala!