Domingo 15 de octubre – XXVIII del Tiempo Ordinario

Oct 13, 2023

1ª Lectura: Is 25, 6-10a
Salmo 22, 1-6
2ª Lectura: Flp 4, 12-14. 19-20
Evangelio: Mt 22, 1-14

El evangelio de este domingo es continuación de la Palabra que meditamos el domingo pasado. En el marco de las parábolas previas al proceso condenatorio de Jesús, el Maestro hoy nos presenta la parábola del banquete, uno de esos textos que destacan por su elaboración y por su contradicción interna. Ante la negativa de los magnates de su tiempo a ir al banquete, que incluso maltratan a los criados que sirven de mensajeros, el rey toma la decisión de asediar la ciudad y de invitar a todo el que se cruce en el camino a aquel convite ya preparado. Buenos y malos, justos e injustos, se hicieron presentes en el convite del rey; pero el rey, al entrar en la sala, recae sobre uno de los convidados que no lleva traje de boda, y atándolo de pies y manos, ordena sacarlo afuera. Si los invitados al convite son todo hombre y toda mujer que se encuentra en los cruces de camino, ¿cómo espera el rey que lleven traje de boda en medio de las faenas del día? Al rey poco le importa si aquel a quien expulsó pertenece al grupo de los buenos o de los malos, de los justos o de los pecadores; de hecho, el texto no lo menciona. Lo que le preocupa es que no lleva el traje apropiado para un banquete, no está en disposición de encontrarse cara a cara con el rey. En nuestra vida de creyentes poco le importa a Dios de dónde provenimos, cuál es nuestro origen y pasado o qué de bueno o malo hemos hecho en nuestras vidas. A Dios lo que le importa es la disposición, el traje, con el que nos presentemos ante Él. Todos reconocemos que nuestra vida no es siempre coherente con el evangelio pero, ¿cómo nos ponemos delante de Dios? Podemos presentarnos como aquellos magnates que se creían superiores al rey e hicieron oídos sordos a su llamada, o como ese invitado que fue al banquete sin predisposición de encontrarse con el rey. Podemos acercarnos a los sacramentos con la cabeza alta creyendo que somos dignos de ese banquete, o con la humildad de quien ante Dios se reconoce poca cosa. Sea como sea, la Palabra de este Domingo nos invita a tomar conciencia de que el Señor nos ama sin medida y que, como proclama la primera lectura, prepara para nosotros un festín de manjares suculentos y vinos de solera. La invitación del Señor está hecha, ¿qué traje te vas a poner?